sábado, 31 de octubre de 2009

El chico del acantilado...


Yo vivía en una pequeña aldea, tan pequeña que apenas vivían ni cien personas. Se encontraba a veinte metros de un acantilado. Todo alrededor era verde y lleno de flores. Me encantaba salir a ver el amanecer desde el acantilado, sentir la brisa con un intenso olor a mar. Pero un día…algo fue distinto a todos los demás. Yo me dirigí al mismo sitio de siempre pero había un chico. Me acerqué lentamente a él y le hable.
-Perdona, ¿eres de aquí? Me quede callada durante un rato esperando su respuesta, pero no contestó.-¡Hola!, bueno veo que no vas a hablar.-seguí insistiendo, pero no respondió.
Me sentí ignorada hablando sola. Tomé la decisión de darle un pequeño empujoncito para ver si así me decía algo. Pero antes de que pudiera tocarle se giró y me cogió fuertemente por la muñeca haciéndome daño.
-Ni se te ocurra.-dijo distante y tenso. Sus ojos eran grises con un círculo amarillo alrededor del iris.
Me quedé paralizada, mirándole a los ojos.
-Yo siento haberte molestado.
-Está bien.-dijo soltándome.-Siento haberte hecho daño.
-No pasa nada.-murmure prendada de el. Era alto, moreno,el pelo lo llevaba corto y de punta. Llevaba un blusón blanco y unos pantalones ajustados.
De repente comencé a marearme, todo me daba vueltas y perdí el control de mi cuerpo. Me empece a desvanecer pero el estuvo ágil y me cogió antes de que cayera al suelo.
-¿Estás bien?
-Sí, creo que si me besas estaré mejor.-¿como pude decir eso?, esa no era yo. ¿Que estaba diciendo?
El no se negó, se acercó lentamente y con elegancia. Muy despacio comenzó a rozar sus labios con los míos. Perdí el conocimiento pero con el sabor de su boca.
Cuando desperté estaba sobre unas sábanas de seda roja, me intenté incorpora demasiado rápido pero no pude y me volví a marear. Entonces decidí seguir tumbada.Sabía de sobra que no estaba en mi casa.
De repente el entró por la puerta. Entre las manos traía un barreño con agua y gasas.
-¿Qué tal sigues?
-Mareada todavía.-dije con poca energía
-¡Túmbate!-me ordeno dejando la palangana y las gasas sobre una mesita vieja de madera. Se remango la camisa, cogió la gasas y la mojo en la palangana. Me las puso sobre la frente.-Sigues teniendo fiebre, descansa.
Con pocas fuerzas vi como se alejaba.-¡¡no te vayas, no me dejes sola!!
-Vale. Me quedare contigo.-comento mientras me dedico una linda sonrisa.
De vez en cuando sentía como me cambiaba las gasas, tenía ganas de besarlo, abrazarlo,pero…no lo conocía y si era ¿un asesino o un ladrón? o yo me estaba montando una película.El sueño me venció y me quede dormida.
Al despertar lo vi a mi lado.
-¡Hola!-dijo suavemente. Me toco la frente.-estas mucho mejor ya no tienes fiebre-dijo con una agradable sonrisa.
-Gracias, por cuidarme.-dije incorporarme a lo que él me ayudo.
-Voy a por algo para que comas y cojas fuerzas.-se levanto e iba dirección a la puerta cuando sentí que si salía me iba a arrepentí y que si se quedaba la habitación iba a arder.
Me levanté rápidamente y me dirigí hacia el antes de que saliera le puse la mano en el hombro haciéndole girarlo para mí. Rodee su cuello con mis brazos, me puse de puntillas y sin pensármelo lo bese. Al principio le costo aceptar mi beso pero finalmente lo acepto y me rodeo con sus brazos mi cintura, me apretó hacia él. Mi corazón se acelero el pulse se me altero muchísima. Mi cuerpo se iba acalorando por segundos, el se deslizo por mi cuello besándolo lentamente, haciéndome cosquilla siguió bajando y………………
De pronto sentí un pinchazo en el cuello que hizo que todo fuera desapareciendo a mi alrededor hasta no ser más que una oscuridad profunda. Sin luz,sin ruido, sin nada.

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