domingo, 10 de octubre de 2010

En algún lugar de África

Bueno llevaba tiempo sin actualizar y que me mejor que con el prólogo de mi nueva historia. Espero que guste :)

Prólogo:
Como recuerdo aquel día. En un solo día mi vida y la de mis hermanos cambio, una llamada y un accidente . Mi mundo dio un giro de trescientos sesenta grados.
Todo comenzó un veinte de febrero de dos mil diez. Mi padre había llamado a casa para saber si mi madre estaba, el apenas venía ya a visitarnos. Cuando se marchó hace cuatro años a Opuwo, un ciudad situada en la Región de Kunene al noroeste de Namibia, para estudiar unos terrenos y en los que en un futuro construirían una red carreteras prometió venir lo más seguido posible pero con el tiempo cada vez venía menos. La relación entre ambos se enfrió y pasamos de ser una familia a ser un grupo de personas que compartían ADN y apellidos. Mi actitud cambio eso decían mis hermanos. Alba, la mayor, era fotógrafa y de vez en cuando visita a papá, su estilo sencillo y conformista se lo permitía. Lucas, el mediano, era una mezcla entre mi hermana y yo, era deportista y popular, pero a la vez sencillo y nada que ver con sus amigos. Yo antes de aquel día era más como Alba pero ahora era popular, fría y calculadora. Para algunos era su ídolo y para otros una víbora. Sencillamente me daba igual.
Aquel día me levanté, era un domingo soleado en Madrid. Nuestro ático estaba reluciente y lleno de luz. Mientras yo y Lucas  desayunábamos, Alba nos fotografiaba. Entre risas pasamos el desayuno. Sonó el teléfono y María,nuestra asistenta, lo cogió. Con el rostro desencajado paso el teléfonos a Lucas que fue el único que tendió la mano para tomarlo. Alba y yo nos mirábamos nerviosa por saber que ocurría. Mi hermano estaba blanco y respiro antes de comenzar a hablar.
-Alba siéntate.-volvió a respirar y vi que sus ojos estaban vidriosos. Algo malo había pasado-Andrea, Alba era de la comisaría mamá ha tenido un accidente y -las palabras se le estaban atragantando, pero imanábamos lo que continuaba-no ha sobrevivido.
-No, no. ¡No!-no lo podía creer, mi madre estaba en su dormitorio y dormía.-Es una broma y no tiene ninguna gracia Lucas.
-No es ninguna broma Andrea ¿Crees que te diría algo así?-El silencio se instalo en aquella cocina de diseño roja-María marca a mi padre y pásamelo, por favor.
-Sí,Lucas.
María llevaba con nosotros desde que yo recordaba. Su pelo castaño dejaba entre ver el paso del tiempo convertido en canas pero aun así tenía una figura delgada y unas piernas largas. Mi madre solía decirle que como hacía para mantenerse en forma si no tenía para pagar el gimnasio en el que ella dejaba cada mes tres mil euros.
Mi madre no era perfecta pero la quería, en los últimos días estaba rara. No estaba apenas en casa y alguna que otra noche no venía a dormir. Ahora, ya no vendría nunca más. No escucharía su voz aguda gritarme.
-Andrea, papá quiere hablar contigo-Lucas me tendió el teléfono y yo lentamente me lo pegue a la oreja.
-Cariño ¿como estas? Imagino que destrozada como todos. No se si llegare a tiempo, lo intentaré. Como le he dicho a tus hermanos si quieres puedes venirte aquí o quedarte allí. Andrea ¿sigues ahí? ¿Andrea?-hubo un minuto de silencio-Me culpas ¿verdad? No has cambiado nada, cuando eras pequeña y te enfadas conmigo hacías lo mismo, no me hablaba. Bueno cariño tengo que dejarte hablamos más tarde.
La llamada se acabó. De cierta manera lo culpaba pues el debería de estar con nosotros y no lo estaba. Mamá había cambiado a partir de la ultima visita de él hacía meses ya. Si el hubiese estado aquí no estaríamos en esta situación.
-Andrea no puedes culpar a papá por lo sucedido. Ha sido un accidente desgraciadamente no podemos hacer nada. Todos sabemos que el divorcio sería doloroso.
-¿Divorcio? De que hablas Lucas-cuando se habían divorciado. Ellos siempre decían que era un cese en la vida conyugal. Aunque ¿cual vida conyugal?
-Veo que nadie te lo dijo. La última vez que vino papá a casa fue para firmar los papeles del divorcio. -Me miraba con aquella mirada de disculpa-Lo siento.
-Creo que me voy a mi habitación. Tengo mucho que pensar antes de marcharnos al tanatorio. ¿Vas tú a reconocer el cuerpo?
Asintió.

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