sábado, 6 de noviembre de 2010

Alas Rotas Segundo Capítulo

Capítulo dos: La misión
Caminé durante un buen rato, absorta en mis pensamientos. Me pareció que todo el mundo desapareciera a mí alrededor y solo quedaba yo. Ese chico tenía una mirada llena de furia, una mirada que asustaba, que intimidaba a cualquiera pero por alguna razón a mí me daba miedo lo que escondía, la razón de esa furia.
-Liria al fin te encuentro. No comprendo cómo te las arreglas pero siempre pareces desaparecer cuando te busco.-sonrió-Ya sabes que el señor director te quiere en su despacho ahora mismo y yo que tu tenía cuidado. Alguien le ha dicho que saliste ayer sin permiso.
-¿Qué, lo sabe?-asintió y yo me tensé. Eso quería decir que posiblemente me quitara la oportunidad que tanto deseaba de ser humana por un tiempo. Salir sin permiso era una de las reglas y romperlas eran motivo de reprimenda y yo iba camino a lo peor.-No me lo creo...pero ¿quién se lo ha dicho? Will es incapaz de decir nada es mi amigo.
-Bueno será mejor que vaya y no lo hagas esperar más.
Asentí y salí corriendo hacia el despacho. Estaba ante la puerta y llamé.
-Puede pasar señorita Liria-dijo la voz ronca del director desde el interior del despacho. Entré con cuidado-Siéntese-me dijo una vez estuve frente a él. Me senté sin rechistar.-Ha llegado a mis oídos que salió ayer sin el permiso correspondiente, acompañando a-Miró un papel que había sobre la mesa-...William, parece que usted fuera nueva aquí y no supiera la normas. Esto tendrá consecuencias negativas en lo que hablamos el otro día. Sé que deseaba esa oportunidad pero tras su comportamiento no estamos convencidos de que usted sea la mejor opción para esta misión. Lo siento. Ya puede marcharse
-Pero Señor...-paré al pensar que si se lo pedía por favor o le suplicaba me la darían, pero no iban a dar marcha atrás en la decisión-Me marcho.
Salí del despacho desanimada y viendo mi única oportunidad se había esfumado por la sencilla razón de ir con Will a ver a ese Alexiader. En este día todo iba mal, primero la pesadilla y después esto ¿Qué era lo siguiente?
-¡Hola Will!-grité al verlo pasar a unos metros de mí pero él siguió su camino. Estaba segura de que me había escuchado entonces eso quería decir que... ¿me había ignorado? Lo seguí cuidadosamente hasta que llegó a un despacho que yo no había visto antes. Dos imponentes puertas se abrieron y el entró sin perder paso. Algo estaba pasando, pensé que me lo estaba ocultando, ya que desde que volvimos del cementerio no lo había vuelto a ver.
Esperé allí plantada de pie hasta que salió. Su semblante estaba tenso y serio pero cambió al verme.
-¡Hola Liria!-se acercó a paso rápido hacia donde yo estaba-¿qué haces aquí?
Respiré hondo antes de abrir la boca y soltar un disparate absurdo del cual me arrepentiría después.
-Te he seguido-solté avergonzada. Su reacción no se hizo esperar y rompió a carcajadas-¿qué te hace tanta gracia?
-Pues que me sigas. No entiendo que tiene de interesante lo que yo hago, pero bueno, si a ti te interesa bastará con que me digas que me quieres acompañar-un brillo se encendió en su mirada tras las últimas palabras-creo que te estás haciendo mayor.
-Si claro, si no estuviera muerta y no pudiera envejecer tal vez ¿no crees?-pasó su mano por mi cintura obligándome a caminar deprisa. Llegamos a unos jardines verde intenso y un cielo azul en el cual siempre había un día soleado. Pájaros y flores que morían y renacían en cuestión de minutos. Nos sentamos en un banco de mármol blanco que supuse que debería estar frío. Pegué la cara a él ante la atenta mirada de Will que no comprendía lo que hacía peor mi única intención era comprobar si lo estaba. Toda mí acción fue inútil. Nosotros no sentíamos frío ni calor
-¡Como desearía sentir el frío del mármol o la calidez de los rayos del sol en mi piel!
-Si te entiendo, yo también lo deseo a veces...muchas veces y sobre todo extraño a mis seres queridos y el sabor dulce de las tartas de manzana de mi madre-sonrió con melancolía en sus ojos al recordar aquello que me describía. Siempre que lo hacía le ocurría lo mismo-¿Sabes? Cuando llegue aquí pensé que estaba soñando pero entonces tras un tiempo comprendí que si estaba aquí tenía que haber alguna razón. Pero tú... ¿Cómo llegaste aquí?
-Yo pues.-intentaba esquivar el tema siempre que salía. Era muy incómodo –No quiero hablar de aquello, creo que aún no lo he superado. Todavía es muy doloroso hablar de eso...dejémoslo por favor
-¿Sabes? Es curioso a mí me pareció tonta la forma de como llegue aquí...-me miró y continuó-...ese día iba a conocer la que sería mi esposa, toda una dama de sociedad, salí a cabalgar como acostumbraba. Iba tan rápido que no vi una rama que me provocó una caída mortal. Fue mi billete hasta aquí. Llevo aquí ya tanto tiempo, que se hace extraño pensar que un día tuve una vida humana-pude ver como sus ojos se entristecían de nuevo. Lo abracé para que se sintiera mejor-Gracias-me susurró al oído
-Para qué estamos los amigos si no. Ya sabes que siempre estaré aquí, teniendo en cuenta que no iré a ningún otro sitio.
-¿Cómo que no iras a ningún sitio? Si tenías que realizar una misión que te daría la oportunidad de ser humana de nuevo ¡tú misma me lo contaste!-dijo algo alterado

-Te prometo que esa misión es tuya y tú vas a ir-se levantó deprisa y comenzó a caminar.-Voy a hablar con el director-dijo mientras aligeraba el paso.
Por unos segundos me quede petrificada por la reacción de Will hasta que volví en mí y salí corriendo para alcanzarlo, pero no lo veía por ninguna parte. Escuché unos gritos procedentes del despacho del director. Lucía estaba dudosa de entrar o no. Me acerqué con cuidado para evitar asustarla, fue en vano, nada más ponerle la mano en el hombro dio un respingo.
-Lucía ¿qué está pasando?-pregunté casi sin aliento por la carrera
-William ha llegado al despacho para hablar con el director, sobre una misión o no sé qué cosa, de pronto han empezado a discutir elevando el tono cada vez más. No sé si entrar o quedarme fuera. ¿Qué hago?-la miré y caminé hacia la puerta valientemente, agarré el picaporte y lo giré.
-Dale esa misión y yo me ocuparé de que no pase nada. Cuidare de ellos y de mi protegido...-dijo Will pero se calló al verme allí, tras la puerta. Ambos tenían caras serios.
-Perdonen, Will ¿puedes salir?-tenía que sacarlo de allí para evitarle un problema con el director.
-Señor William, está bien se la daremos pero el más mínimo error y ambos serán desterrados, irán con Alexiader o a otro lugar peor ¿de acuerdo?-Al recordar a aquel hombre de negro, un escalofrío me recorrió-Señorita Liria pase y siéntese, esta charla irá para largo-Ambos se sentaron a la vez, cerré la puerta y me unía a ellos deprisa. Esto significa que sería humana, Will lo había convencido para que me devolviera la oportunidad-Está bien usted tendrá un plazo desde el día de hoy a una semana para instalarse como mortal y ser una de ellos. Tu misión será proteger a un humano muy especial, no creas que es tranquilo, es un chico que en los últimos años se ha vuelto problemático, solitario y nada amigable. Tendrás que acercarte a él y ser su amiga. Procuraras que sea una persona de bien, que estudie y trabaje para ser alguien. Tendrá un año para completar la misión y ya sabe que no puede haber relación sentimental ni contarle nada sobre nosotros. Además, hay un mal que lo acecha por tanto tendrás que tener mil ojos y estar en todos partes. Hay un pequeño problema, cuando estés con él estarás indefensa, es decir, no contarás con nuestra ayuda.
-¿Cómo que estaré indefensa? ¿Que no contaré con vuestra ayuda?-pregunté confusa y algo nerviosa-Pero si podéis observar todo desde la sala de Visión ¿me equivoco?
-Si te mandamos como humana no es porque nos aburramos-dijo alzando la voz notablemente molesta-Aún no entendemos como lo hace pero es un caso excepcional. Un ángel no puede cuidar de él debido a que parece crear un campo de energía cada vez mayor de protección. Únicamente, cuando duerme nos podemos acercar a él sin resultar heridos y aun así es complicado. Por eso ha de ser un ángel convertido en humano quien lo proteja.
-Pero...yo pensé que éramos inmortales.
-Así es, pero como te he dicho este chico es especial y aún no sabemos cómo hace para crear el campo de energía y como es tan fuerte como para herirnos gravemente. En todo caso, mientras estés a una cierta distancia, podremos cuidar de ti siempre que estés en público. Tu ángel será Will. Él se encargará de protegerte. ¿Aceptas la misión?
-Sí, lo haré lo mejor que pueda señor-se levantó y extendió su mano. Me levanté y se la estreche, Will hizo lo mismo y ambos salimos del despacho.
Caminé hacia mi habitación con Will a mi lado, aunque desde que salimos del despacho permaneció en absoluto silencio, como si fuera que más que un acompañante fuese una sombra. El silencio se hizo cada vez más incómodo. En varias ocasiones intente entablar una conversación pero todas sus respuestas se recudieron a un “vale”, un “sí” o un “no” con desgana. Por tanto opte por permanecer en silencio y aligerar el paso para acabar con aquella situación lo antes posible.
Llegamos a la puerta de mi habitación, me despedí pero él ni contestó, se volvió y camino a paso aligerado de vuelta por el camino que habíamos hecho. Lo observé hasta que doblo la esquina.
Entré y me senté en el borde de cama, aún me parecía increíble que fuese a ser humana de nuevo, deseaba que me mandara ya. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que no sabía nada de ese chico.
Salí como una bala de la habitación para llegar al despacho del director.
-Lucia ¿Está el director?-pregunté al llegar a su mesa repletas de carpetas de colores en la cual abundaban las grises.
-Si, en su despacho puedes pasar-contestó amablemente
-Gracias Lucia
Llamé a puerta y esperé a que contestaran, cuando escuche “pase” entre.
-Perdone que lo moleste Señor pero es que no sé nada de ese chico y venía para que me diera esa información.
-Por supuesto-cogió una carpeta de color blanco y me la tendió. La cogí y eché un vistazo. Cuando vi la foto no lo podía creer era él. Él era al que debía proteger.-Mañana te incorporas ¿te parece?
Un si en susurro fue lo único que pude decir seguí impresionada por saber que él era mi protegido.

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